Esperas la llamada… deseas que su respiración esté presente… en tu oído. Escucharlo gemir, que te hable, que te diga cosas que sólo tú podrás escuchar. La penumbra inunda el ambiente, caminas por la habitación, suena el teléfono, caminas lentamente, descuelgas la bocina… todo comenzará.
La Nínfula del Arcángel
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