Aquel día descubrió que lo exitaba el sabor a tinta fresca en los labios de la amada. El pobre narrador se percató del ritmo de todo: Un beso (de tinta, de piel... lo importante es que sea labial) es la huella indeleble del deseo, de esas huellas que duran la eternidad que en ocasiones suele ser etérea.
__________La Nínfula del Arcángel
miércoles, 4 de noviembre de 2009
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